“¿Escuchás los martillazos? son los obreros que están tratando de tapar el colador. El techo se floreció el lunes, los baldes aparecieron y las camas de la terapia intensiva fueron movidas para esquivar las gotas que se filtraban a través del yeso. Parecía una carrera de autitos chocadores”, con esta frase, un familiar de un paciente del Hospital Padilla narra a LA GACETA lo que ocurrió durante las últimas 72 horas en el primer piso de uno de los hospitales de alta complejidad más importante de la provincia y la región.
¿Silencio?
Allí, el silencio fue alterado por las obras de contingencia que tuvo que improvisar una empresa constructora para reparar la azotea del ala sur del nosocomio. El tradicional retrato de la enfermera que exige respeto a las visitas a través de una seña fue reemplazada por una cuadrilla de profesionales de la salud que tuvieron que interrumpir sus labores profesionales para socorrer a los enfermos críticos que fueron afectados por las tormentas de las últimas jornadas.
El problema se originó el lunes pasado, cuando comenzó a florecer la humedad en las placas de durlock con la que fue cubierto el salón. Como las precipitaciones se intensificaron entre el fin de semana y la madrugada del miércoles, el fluido produjo daños en el cielorraso y cayó sobre el suelo. Las nuevas áreas del Hospital Padilla quedaron anegadas. Rápidamente un grupo de enfermeras y de operarios con secadores de piso comenzó a desagotar la sala a través de los pasillos.
La voz oficial
De acuerdo a lo manifestado a LA GACETA por Marcelo Monteros, director del Hospital Padilla, la cubierta de la sala que da a la calle Lavalle tuvo problemas de filtración a raíz de las lluvias que cayeron desde el viernes pasado. “Los pacientes fueron trasladados a la terapia intermedia que se transformó en una intensiva hasta que se pueda resolver el inconveniente”, declaró.
Montero, al ser consultado por el destino de los internados que fueron llevados a otras instituciones, aseguró que el Siprosa acordó con sanatorios privados para que presten colaboración con la provincia. “Es habitual que haya traslados a instituciones privadas cuando la terapia no da abasto. Esto es posible porque existen convenios vigentes”, remarcó.
Vale recordar que la terapia intermedia fue remodelada a fines del año pasado y se generaron 28 nuevas camas.
Traslados
Hasta el mediodía de ayer, la Unidad de Cuidados Intensivos no había sido totalmente desalojada. Algunos internos esperaban ser asistidos en otras dependencias del centro de salud y el pabellón en el que sus familiares usan como salón de espera continuaba habitado.
Sentada en un sillón de cuerina marrón, María buscaba comunicarse con su hermano a través de un móvil. Estaba impaciente porque no sabía cuál iba a ser el destino de su padre. “No entiendo por qué no aguardaron. Deberían haber previsto esto antes de inaugurar. Se vino el agua y nos hicieron esperar hasta último momento, recién cuando se desfondó el yeso, decidieron actuar. Nos ofrecieron trasladar a mi padre a la guardia o al shock room. Los doctores nos dijeron que habían llevado a algunas personas a un sanatorio y al Hospital del Este. No puede ser que una tormenta común provoque tanto daño. El Gobierno nos hizo un desaire muy grande. ¿Quién vigila la calidad de las obras?”, cuestionó, al tiempo que valoró el esfuerzo que hacen los médicos y enfermeras del sistema provincial de salud. Según una fuente del hospital, las autoridades podrían clausurar el primer piso, ya que el quirófano central tiene problemas similares, al igual que el ala norte.